Aquello de lo que presumen tantas de las que se pintan los morros y otros rituales simios a la búsqueda del gorila dominante que les siga garantizando que tendrán acceso a un sueldo de apenas poco más que de eso: pintarse el morro; aquello de lo que otras presumen y una siempre ejerció desde la peor de las esclavitudes, nada, ni siquiera, de pinturas de guerra. Pues para superwoman superwoman las que trabajamos tan a tiempo completo que una mano jamás pudo pararse en tertulias para conocer qué hacía la otra, y eso que brazos del mismo tronco. Manos de superwoman: más caridad cristiana que la cristiana caridad; aquí sí que no da tiempo a pararse a pensar qué hace la otra, mano, ¿te coordinas o no? ...Mal escribiremos entonces.
Superwoman, superwoman, supertrabajando para la supercomunidad de superchulos. ¿Qué más da si las manos que escriben se descoordinan? ¡A lo mejor nos inventan, a después o póstumo, con los productos de esas incertidumbres o descoordinaciones, un código que digan que nos inventamos cual el da Vinci!
