
1977 "A un dios desconocido". Y ese dios de rostro blanquecino asoma por la esquina de mi balcón la cara figurando en el fotograma de esta película como eso, dios desconocido, fantasma arrinconado contra los hierros de su barandilla. La película iba de mariquitas; y sin querer el director, realizador, guionista, junta Granada-Lorca con Madrid-López, pretendiendo darle un homenaje a él recordando su misógino poema a Walt Whitman, Lorca era un misógino y no únicamente por el
me la llevé al río, etc, esa ordinariez que todos confunden con la poesía, ¡o sí, poesía, de i acentuada: ordinariez, nadería, soneti-nadas (que
la cagaron cuando la sonetina, más que cuando la
sonatina querida Alejandra); pretiendo darle un homenaje a él, que no, por supuesto, al dios desconocido habitante de esa esquina desconocida, de ese desconocido barrio, ¡al dios: DIOSA! Ah. Pero no pretendo que nadie me adore, incluso no figuro en ningún archivo de nadie, nada, y menos de Princeton, ni siquiera en las piojosas clases literarias de los más piojosos colegios suburbiales, de entonces, ahora.
1977. A los 5 años exactos de enterrarte, he ahí el fotograma de mi barrio, mi casa ET, en película tan modestita, una Asumpta Serna de treinta años menos, un Héctor Alteiro. A los 5 años de enterrarte Alejandra, al barrio, mi barrio, ya le habían otorgado en tu Buenos Aires asesinos, nada de queridos, un premio ¿A la maceta más floreada? Eso era lo único de lo que podía presumir, o pudo presumir nunca el barrio, pues ya desde su nacimiento tan en ruinas. He de subir otro fotograma en el que se aprecia la escalera por la que todavía subo, hoy en un estado ruinoso que daría... risa, dará, fotografiaré ahora esa misma escalera y aquí colgaremos, pero que ya hace treinta años exhibía su herrumbre contrastada contra la silueta de Asumpta Serna.