¡Y que la gentuza supuesta culta se dedique a recordarnos cómo rompían las citas contigo, pobre de necesidad: amistad nada recomendable; que nos cuenten en que fiambrería comprabas, de que rojo los pantalones que te pusiste, qué peste a tabaco las sudaderas que te prestaban; que nos cuenten primero si tu madre era toda una fiera que se peleaba con todo el vecindario, tan malos modales la sra, y a continuación otro biógrafo destacado vaya y nos diga el carácter tan amable de la sra. madre por los pésimos modales de la poeta gritando aquello del "¡Apagad esa puta radio la puta que os parió!" al borde de la muerte, al regresar de uno de sus intentos de suicidio! Que se metan en esto, mientras sustraen la obra, cartas, libros, lo que fuese, mientras la retocan, modifican, ellos árbitros, como nos recuerda la sra. Patricia Venti, de la obra ajena.
Mientras lo magnífico que escribimos,
en carpetas o en torpes o en interesados dedos se pierde,
pudre,
como mis ríos de versos,
muestras de los cuales,
de lo muy variados,
este botón no esencialmente especial de los años 80:
Ir por túneles a la luna,
viajar así a los planetas:
por agujeros de gusano.
Ellos mismos nos hablan
de la clase de pasajeros que transitan.
¿Ir por agujeros negros
de sistema solar a sistema
antes de plantar un pie imborrable
sobre la roca frígida,
una palma de mano poblada de destinos
como una plancha al rojo?
¿Antes de dejar para siempre marcado
el planeta que habito
con mi vida irrepetible?
Por eso escribo.
Porque mientras se habla de viajar
de sistema solar a sistema
por agujeros negros de gusano
-de la clase de pasajeros que los transitarían, hablan-
se imposibilita la vida de los hombres
arrojándolos a la vía muerta de la impotencia
utilizándolos como meras herramientas para alcanzar fines
siempre negros, oscuros, de gusanos.
Para vivir escribo:
Dejar la planta o tu huella imborrable
sobre la roca frígida,
así ígnea de vida irrepetible.
Y esto escribíamos a uno de nuestros muchos desengaños,
mujeres espejismos,
ahora las pienso, ¿las pienso?, y ni recuerdo casi,
ahora las pienso taradas de mierda,
nadas que ¡¿cómo despertaron mi atención?!
Obviamente el sexo es ciego.
Así debieron parecerle sus innúmeros amores a Alejandra:
Nadas insufribles si se recordasen,
mas nos falta memoria,
y a ella incluso le faltó tiempo:
Te perdono y olvido el que tú me enamores
siendo incapaz de enamorarte yo.
Le perdono a ese dios
que ande siempre produciendo espejismos
cargándome pistolas de suicidio
apuntando a la sien…
¡Qué altura espiritual la nuestra,
Yo perdonando a dios!
Es ahora cuando me escandalizo.
